El escritor uruguayo presentó recientemente la segunda edición de
Algunos de los otros (redux), volumen de relatos que está disponible en
internet.
Ramiro Sanchiz (1978) es un destacado
autor uruguayo. Ha escrito casi una docena de libros y publica
regularmente en distintos blogs (entre ellos, Partículas rasantes,
Historietas rasantes, Proust rasante). Hace poco presentó su libro de
cuentos Alguno de los otros (redux) para descarga gratuita
(http://www.otrocielo.com/algunosdelosotrosredux.html). A propósito de
esta nueva edición, Fondo Negro dialogó con él.
—¿Existe algún
eje temático que una los relatos de Algunos de los otros (redux)? ¿O es
más bien un espacio donde se tensionan distintos temas y estilos?
Bueno,
no sé si me atrevería a hablar de un eje temático, especialmente desde
que en un sentido inmediato la temática de los relatos es variada, pero
lo cierto es que todos los cuentos están vinculados a través de un
personaje —que a veces incluso es el narrador— o, mejor dicho, de un
reparto de personajes (Jon, Rex, Federico Stahl, etcétera) y,
además, son propuestos como partes de un mosaico narrativo mucho más
amplio, una macronovela podría decirse, del que cada cuento o cada
novela publicada en rigor no es otra cosa que un capítulo.
—Pese
a que lo explica en la nota final de su libro, ¿podría hablarnos acerca
de cuáles son las diferencias entre esta nueva edición de tu libro y la
primera?
La primera edición, para empezar, incluía cinco textos
que no aparecen en ésta; a la vez, la nueva selección incorpora otros
cuatro; si bien la conexión —en cuanto a lo que te decía sobre la
“macronovela”— entre los relatos ya era asumida en la edición de 2010,
ahora los cuentos elegidos, me parece, se amalgaman mejor. Eso puede
deberse a que la primera edición incluía cuentos relativamente viejos
(uno de ellos de 2001, por ejemplo), previos a la idea de comenzar ese
mosaico narrativo.
—¿Qué gestos plantea el hecho de volver a un
texto publicado y reformularlo para una segunda edición? ¿No es
invalidar la primera edición? O, más bien, ¿sería una forma distinta de
dialogar con la escritura?
No creo en los textos terminados. Creo, en
todo caso, en la vida de los textos. Una vida que es afectada por mis
decisiones en tanto “autor” y, por supuesto, por los lectores y editores
y espacios de visibilidad. En ese sentido, como escritor siento que
puedo continuamente volver a un texto (teniendo en cuenta además su
condición de “capítulo”, de parte de un todo) para reformarlo según
sienta en el momento. Además, las versiones “originales”, o primarias
digamos, persisten: en la web, en los libros, etcétera. En ese sentido,
si vuelvo a publicar un cuento, en rigor estoy proponiendo una variación
nueva, quizá apenas diferente, quizá tremendamente divergente. Ninguna
es la “definitiva”: alguna será la “última”, pero no necesariamente la
“mejor”.
—Escribe mucho en distintos blogs y ha publicado antes
en versión digital. ¿Cuál es la importancia de las (no tan) nuevas
tecnologías para la actividad literaria (para la distribución y para la
creación)?
Creo que ante todo se ha producido en los últimos digamos
10 años una suerte de cambio en el relacionamiento entre un autor y los
textos expuestos a los lectores; entre otras cosas, es más fácil asumir
una postura como la que te comentaba en la respuesta anterior. Porque,
evidentemente, es más fácil ahora que hace 15 años publicar y volver a
publicar. En cualquier caso, me interesan mucho las diversas
posibilidades que se han abierto recientemente, no sólo las digitales.
Pienso, por ejemplo, en las editoriales cartoneras, en las editoriales
gestionadas por entusiastas de la literatura que no persiguen
necesariamente una forma de ganarse la vida y, por eso, pueden apostar
por textos que les parezcan ante todo interesantes. La tecnología
—posibilidades de impresión en tiradas más reducidas, por ejemplo—
también influye ahí.
—En muchos de los cuentos de Algunos de los
otros (redux) la trama gira en torno a la literatura (escritores,
libros, etcétera), ¿hasta qué punto ésta puede crear ficción al volverse
sobre sí misma?
Todo puede ser leído como ficción: la historia, la
filosofía, la biología, la cosmología, por dar unos pocos ejemplos. Y
una interesante ficción es que las vidas sólo existen cuando se las
escribe, como dice Rodrigo Fresán en La velocidad de las cosas.
Entonces, no veo mayor diferencia en cuanto a escribir sobre
experiencias “reales” o escribir sobre otras ficciones u otros textos.
Incluso, si pensara en escribir sobre cosas que “me pasaron”, no sólo
escribiría acerca de, por ejemplo, los años en que toqué en varias
bandas de rock, sino también sobre los libros que he leído. En ese
sentido, las aventuras de Paul Atreides en Dune o los celos del narrador
de En busca del tiempo perdido son cosas que me pasaron a mí. Cabe
pensar que sobre la literatura se produce un discurso llamado “crítica”,
que no parece a simple vista “narrativo”, pero, evidentemente, también
puede asumirse o leerse como ficción; además, ya es una suerte de
perogrullada hablar de intertextualidad y cómo todos los textos se
funden en otros textos.
—¿Cómo se relaciona usted con la
literatura latinoamericana contemporánea? ¿Cómo se podría describir el
momento actual que se está viviendo?
Me interesan muchos escritores
latinoamericanos, la mayoría —supongo que por razones geográficas y de
disponibilidad de los textos— argentinos: Juan Terranova, Pola
Oloixarac, Ariel Idez, Juan Manuel Candal, Hernán Vanoli; también
argentinos y latinoamericanos extra o desterritorializados, como Carlos
Llabé, Patricio Pron, Edmundo Paz Soldán, Rodrigo Fresán, Juan Sebastián
Cárdenas, Tryno Maldonado y Liliana Colanzi. Ellos y ellas me
interesan; la literatura latinoamericana contemporánea, así en abstracto
o como un tema en sí mismo, no tanto. Espero que el momento actual
implique una mayor posibilidad —internet y nuevas prácticas de
publicación mediante— de acceso a los textos; no creo que exista, más
allá de eso, otra constante visible o legible. Si pienso en ponerme a
relacionar a los escritores latinoamericanos recientes que conozco y a
los argentinos y a los uruguayos que leo, sólo puedo concebir un gran
mapa, un territorio de geografía variadísima. Fauna, flora y geología
heterogénea, digamos. Más allá de esto, a lo largo de mi vida como
lector (e incluso como escritor) no podría decir que mis mayores
fascinaciones —o los escritores que creo que me marcaron— vienen de la
literatura latinoamericana.
1978 es el año en que nació el escritor Ramiro Sanchiz en la ciudad de Montevideo, Uruguay.
Publicada originalmente en el suplemento Fondo Negro del periódico La Prensa, La Paz, Bolivia, el 9 de septiembre de 2012